Nadie pone en duda que un empleado motivado trabaja mejor. Esto se traduce en una toma de decisiones más efectiva, un aumento en la productividad, y un menor ausentismo, rotación laboral, taza de mermas, número y severidad de incidentes y accidentes laborales, entre un sinfín de beneficios.
No obstante, la mayoría de los empleados no se sienten motivados. ¡Esto es un hecho! Según un estudio de Gallup a nivel mundial, más del 63% por ciento de los empleados en el mundo se sienten “desconectados” de su labor.
Por lo general como empleado se nos dice qué hacer, y tenemos poca o nula libertad para tomar decisiones importantes acerca de la labor que realizamos, la manera en la que la hacemos y los recursos que utilizamos. En pocas palabras, se espera que sigamos órdenes y ya; que trabajemos y nos quedemos calladitos. Sin duda y como los hechos lo demuestran, esto no funciona.
Así las cosas, no es de extrañarse que la mayoría de los empleados no estén comprometidos con su trabajo. Y es que a nadie le gusta que le digan qué hacer y lo traten como a un niño (ni siquiera a los niños).
Sin embargo, como empresarios y ejecutivos seguimos insistiendo en que no es posible tratar a los trabajadores de otra manera porque son flojos e irresponsables, y se requiere una mano dura para que trabajen y no se hagan tontos. Por ende, seguimos presionándolos a que den más y buscamos incesantemente aumentar la productividad y las utilidades alterando la estrategia, rediseñando procesos y adquiriendo tecnologías. Quizá nos olvidamos que son ellos, finalmente, quienes deciden si avanzarán o no dichas estrategias, seguirán o no esos procesos y adoptarán o no dichas tecnologías, independientemente de cuán buenas sean. ¿Pero qué si los que tienen que cambiar somos nosotros y no ellos? ¿Seremos responsables nosotros de la falta de compromiso y motivación de nuestros empleados? Yo digo que sí, lo cual representa una gran oportunidad, puesto que si somos responsables también somos capaces de cambiar este paradigma del empleado no motivado.
A continuación, enlisto cinco prácticas eficaces para motivar a tus empleados.
1. Explora con tus empleados lo que los hace feliz
Enfócate en redirigirlos más y más hacia la felicidad. Tenemos un paradigma equivocado del trabajo que dicta que trabajar es duro y es el antónimo de aquello que queremos y nos hace felices. Por ende, las personas esperan con ansias el fin del día, el final de la semana y las vacaciones. La realidad es que un empleado motivado es feliz en su trabajo. Si esto es así, nuestra responsabilidad, entonces, es ayudarlos a encontrar aquellos aspectos del trabajo que los hacen felices y enfocarnos en redirigirlos hacia dichos aspectos.
2. No le digas a la gente cómo hacer su trabajo; pregúntales
Nadie quiere que lo traten como a un niño, diciéndole qué hacer y cómo hacerlo (ni siquiera a los niños). Para contar con empleados motivados, intenta no decirle a la gente qué hacer y, especialmente, cómo hacerlo. En lugar de ello, pregúntales. Hacer esto genera satisfacción y compromiso al sentirse el empleado amo de su destino y no esclavo tuyo.
3. Apóyalos a crecer como personas y profesionistas
Todos los seres humanos, después de cubrir nuestras necesidades básicas, tenemos la necesidad de crecer y desarrollarnos como personas. Apoya a tus empleados con cursos técnicos y humanos que estén relacionados o no con el trabajo inmediato y sin duda te regresaran lo gastado en términos de compromiso contigo, la empresa y el trabajo que realizan.
4. Permíteles tomar decisiones, riesgos y cometer errores
Parte importante de este crecimiento es la autonomía: la capacidad para darse normas a uno mismo sin influencia de presiones externas o internas. En el trabajo, esto se traduce en tomar nuestras propias decisiones y riesgos, incluso cuando ello nos lleva a cometer un error.
5. Reconócelos por el trabajo bien hecho y los logros obtenidos
El cambio de paradigma más importante en la motivación de nuestros empleados tiene que ver con frecuentemente reconocerlos por el buen trabajo que realizan y los logros que obtienen, en lugar de constantemente criticarlos por sus fallos. De hecho, el reconocimiento es tan poderoso, en términos de motivación laboral, que una vez cubiertas las necesidades básicas (sueldo y condiciones laborales dignas), conlleva un peso mayor que un aumento de sueldo.